lunes, 11 de junio de 2012

Un forastero se pica y amenaza con no respirar


Así se puso el señor
Hace unos días descubrimos este artículo escrito por un forastero del cual no recordamos el nombre (es que no sabemos “de qui es”) en Guardamar Digital en el que mostraba su indignación por considerar a las personas que no son nativas de nuestra localidad “forasteros”. 

El señor ha accedido a reunirse con nosotros en la terraza del Stimoni esta mañana y nos ha hablado de lo acontecido. Confiesa sentirse desplazado por la población local: “me ponen el dedo en la báscula cuando voy a comprar pimientos de bola (ñoras en Guardamar) para que me le cobren más caro, en misa no me dejan salir para tomar la comunión y lo que más me duele son las mujeres mayores que se sientan en la calle con sillas de ir a la playa y se dirigen a mí en un idioma extraño”.

Sostiene que no debería ser así porque es gente como él la que hace que Guardamar no esté en ruina, que viene y se deja el dinero para que prospere el negocio local. Tras este argumento nos preguntó si nos apetecía tomar una Coca-Cola a medias, a lo cual nos negamos y pidió panchitos de los que dan para acompañar las cañas. 


Mr. Bean tampoco lo entiende
En la misma cita intentamos “hacerle caer del burro” haciéndole ver que Guardamar dista mucho de esos pensamientos que él cita y ubica en el paleolítico, que, desconociendo lo que le ocurriera con su puesto de trabajo, no es justo poner en tela de juicio que la preparación de otro aspirante al puesto y que su percepción de competencia podría ser bastante subjetiva. Tras lo cual este señor “se pegó fuego” y nos amenazó con no respirar si seguíamos por ese camino. 

El forastero en cuestón, asiduo a los escritos llorando de quejas, dio muestras de su madurez mental, como ya hizo en su carta, y tomó una actitud de la cual no quisimos ser partícipes, por lo cual dejamos el caso en manos de Tere la del Stimoni. 

Desde la redacción de GuardamarToday hemos aprendido mucho de este individuo y, con la única intención de acercar posturas y que se le pase el cabreo y la pataleta por la “chiquillada” de ser llamado forastero (siendo de fuera) hemos decidido hacer un homenaje a su persona terminando con una frase lapidaria, como él (sin mucho sentido ni acierto) hizo en su día en la carta que nos dedica.

“Hay días tontos, y tontos todos los días”.

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